Comenzó por hobby y curiosidad, hoy, después de dieciséis años, es uno de los más reconocidos escultores de figuras de comics y ciencia ficción argentinos.
Investigó, leyó, insistió y aprendió. Cuando terminó la secundaria trabajaba de cualquier cosa, hasta que se fue metiendo en esta rama de la escultura y hoy a los 37 años trabaja con un equipo de cuatro personas en su propio taller. Realiza gran parte de sus trabajos para grandes empresas de Estados Unidos, el centro de mayor importancia de este tipo de productos.
“Cuando era chico no tenía muy claro lo que quería hacer de grande y en el medio surgieron cosas y empecé a plantearme algo así como estaría bueno si...”. En sus inicios sus creaciones eran en poxilina, pero gracias a su insistencia y a intentar varias veces en el mercado local, Martín fue de a poco consiguiendo clientes. “Al principio hacía más que nada prototipos para juguetes de Disney, Warner, etc.”, dice.
El empujón inicial se lo dio un amigo que hoy vive en Italia, Gustavo Meleria. “El me mostró lo que hacía y me presentó a la dueña de una librería especializada en comics, Graciela Entelequia”. En ese entonces Martín comenzó a vender los primeros originales, lo que le dio una idea de que podía funcionar y resultar algo interesante.
“Siempre me gustó dibujar, fui a la escuela de Garaycochea pero no terminé. Lo que diseñaba y lo que dibujaba eran más que nada figuras. Un día tratando de dibujar algo que no me salía me dije: vamos a tratar de dibujar algo con volumen, me gustó y seguí”. Martín habla de la evolución permanente y explica que el día a día lleva a un aprendizaje tanto en la técnica como con los materiales. “Vas conociendo e incorporando siempre”.
Antes de empezar de lleno en su taller trabajó en uno de efectos especiales, que si bien no se trataba específicamente del trabajo con esculturas, lo relacionó bastante con los materiales y lo ayudó a meterse más en el rubro.
“Todo lo que tiene que ver con el género que a mi me gusta está bien relacionado con lo que es el comic, la ciencia ficción y el terror. Ese tipo de cosas.”
Si bien su dedicación exclusiva comenzó cuando tenía 23 años, el salto grande ocurrió cuando surgió la posibilidad de trabajar para afuera a partir del año 2000. “Conseguimos el primer contacto con una empresa de Estados Unidos cuando viajamos a una convención de comics y por medio de un dibujante de acá llamado Carlos Meglia. El trabajó un tiempo haciendo Cibersix y yo le había hecho algunas figuras de los personajes, así que nos contactó con el dibujante mexicano, Humberto Ramos”.
Ramos le pidió que le hiciera algunas figuras para sus comics y le presentó a la gente encargada de su merchandising. A partir de ahí, Martín y su equipo comenzaron a trabajar con la compañía Dynamic Force. Después vinieron los trabajos para Sideshow.
¿Los muñecos que ustedes hacen para Sideshow después vuelven para ser vendidos acá?
No... o sea quizás encontrás alguno que otro en Camelot o en algún lugar de comics, pero más que nada para exhibición porque son realmente caros. Un producto de estos en Estados Unidos sale alrededor de ciento cincuenta dólares y acá te lo van a cobrar aproximadamente tres veces más. En EE.UU. hay muchos coleccionistas que compran esto. Europa también tiene una movida importante como España, Francia e Italia. Inglaterra tiene su propio mercado. Japón mucho más. Coleccionistas hay en todo el mundo, pero está muy ligado a las posibilidades económicas.
¿En el mercado local no hay producción entonces?
De estos no hay. Hay originales para juguetes, muñecos de promociones para alguna que otra cosa de Disney, pero no más.
Lo último que hicimos fueron figuras de 100% Lucha que están por salir en algún momento. Hay un mercado de juguetes que te permite trabajar esculpiendo, pero por hay no de lo que te gusta. En algún momento hicimos trabajos para publicidad, para tomas fotográficas con maquetas que hicimos con un fotógrafo muy piola, Martín Sigal.
“Cuando era chico no tenía muy claro lo que quería hacer de grande y en el medio surgieron cosas y empecé a plantearme algo así como estaría bueno si...”. En sus inicios sus creaciones eran en poxilina, pero gracias a su insistencia y a intentar varias veces en el mercado local, Martín fue de a poco consiguiendo clientes. “Al principio hacía más que nada prototipos para juguetes de Disney, Warner, etc.”, dice.
El empujón inicial se lo dio un amigo que hoy vive en Italia, Gustavo Meleria. “El me mostró lo que hacía y me presentó a la dueña de una librería especializada en comics, Graciela Entelequia”. En ese entonces Martín comenzó a vender los primeros originales, lo que le dio una idea de que podía funcionar y resultar algo interesante.
“Siempre me gustó dibujar, fui a la escuela de Garaycochea pero no terminé. Lo que diseñaba y lo que dibujaba eran más que nada figuras. Un día tratando de dibujar algo que no me salía me dije: vamos a tratar de dibujar algo con volumen, me gustó y seguí”. Martín habla de la evolución permanente y explica que el día a día lleva a un aprendizaje tanto en la técnica como con los materiales. “Vas conociendo e incorporando siempre”.
Antes de empezar de lleno en su taller trabajó en uno de efectos especiales, que si bien no se trataba específicamente del trabajo con esculturas, lo relacionó bastante con los materiales y lo ayudó a meterse más en el rubro.
“Todo lo que tiene que ver con el género que a mi me gusta está bien relacionado con lo que es el comic, la ciencia ficción y el terror. Ese tipo de cosas.”
Si bien su dedicación exclusiva comenzó cuando tenía 23 años, el salto grande ocurrió cuando surgió la posibilidad de trabajar para afuera a partir del año 2000. “Conseguimos el primer contacto con una empresa de Estados Unidos cuando viajamos a una convención de comics y por medio de un dibujante de acá llamado Carlos Meglia. El trabajó un tiempo haciendo Cibersix y yo le había hecho algunas figuras de los personajes, así que nos contactó con el dibujante mexicano, Humberto Ramos”.
Ramos le pidió que le hiciera algunas figuras para sus comics y le presentó a la gente encargada de su merchandising. A partir de ahí, Martín y su equipo comenzaron a trabajar con la compañía Dynamic Force. Después vinieron los trabajos para Sideshow.
¿Los muñecos que ustedes hacen para Sideshow después vuelven para ser vendidos acá?
No... o sea quizás encontrás alguno que otro en Camelot o en algún lugar de comics, pero más que nada para exhibición porque son realmente caros. Un producto de estos en Estados Unidos sale alrededor de ciento cincuenta dólares y acá te lo van a cobrar aproximadamente tres veces más. En EE.UU. hay muchos coleccionistas que compran esto. Europa también tiene una movida importante como España, Francia e Italia. Inglaterra tiene su propio mercado. Japón mucho más. Coleccionistas hay en todo el mundo, pero está muy ligado a las posibilidades económicas.
¿En el mercado local no hay producción entonces?
De estos no hay. Hay originales para juguetes, muñecos de promociones para alguna que otra cosa de Disney, pero no más.
Lo último que hicimos fueron figuras de 100% Lucha que están por salir en algún momento. Hay un mercado de juguetes que te permite trabajar esculpiendo, pero por hay no de lo que te gusta. En algún momento hicimos trabajos para publicidad, para tomas fotográficas con maquetas que hicimos con un fotógrafo muy piola, Martín Sigal.
¿Cómo es la rutina en el taller? ¿Cómo trabajan?
Trabajamos 8 o 9 horas, depende del trabajo que haya. Somos cinco: Jerónimo, Gustavo, Leo, Manolo y yo.
Todos hacemos prácticamente las mismas cosas, desde las maquetas y dibujos. Nos dividimos bastante el trabajo, por ejemplo los diseños previos en lápiz para mandar a aprobar a la empresa los hacen los hermanos Leo y Manolo. Si hay personajes con armas o espadas seguro los hace Jerónimo. Igualmente a veces con una pieza trabajamos los cinco en las diferentes etapas. Nosotros hacemos el original de una figura que después va a China y ellos hacen la producción, pintan, arman el packaging, etc.
¿Con qué materiales trabajan?
Son muchos. En el mercado local no hay mucho más que epoxi. Pero de afuera nos mandan materiales de muy buena calidad, ceras que te permiten trabajar bien el detalle, polímeros. La diferencia entre los materiales de acá y de allá son, por ejemplo, que el epoxi nacional se seca en cuarenta minutos minutos y el de afuera en dos horas, lo que te da otros tiempos. La cera que usamos es líquida, la pasas a un molde y los detalles los aplicas con calor. Se enfría en el momento y los trabajás. El super sculpey es un material que te permite trabajar todo el tiempo que quieras porque es como una arcilla o una plastilina con la ventaja de que cuando vos querés dejar la pieza lista la horneas con horno común y cura.
¿Tus cualidades y defectos esculpiendo?
Se puede ver por varias lados. Mi cualidad es que soy muy obsesivo y mi defecto también.
Manías y hábitos no sé, no lo pensé nunca. Quizás siempre buscar el último detalle o algunas referencias para tener a mano, cosas para trabajar con más seguridad para que la pieza me guste cuando la termine. Eso a veces te juega en contra porque los tiempos se alargan, pero si el resultado es muy bueno no importa, valió la pena.
¿Es un trabajo silencioso, de compenetración?
No, hay bardo. Gustavo se encarga del humor, hay música y charlas que vienen bien para cortar un poco. A veces estar mucho tiempo trabajando con lo mismo te hace perder la perspectiva. Tenés momentos de concentración y dedicación pero también la necesidad de despegarte un poco para poder continuar mejor después. Además le mostrás al otro lo que estás haciendo y te puede ayudar con algo que vos de tan enfrascado no te diste cuenta. Esas cosas enriquecen el trabajo.
¿Dicen que sos generoso con tu experiencia, por qué?
No aprendí con ningún maestro y por suerte lo que se aprende si se puede transmitir es mucho mejor. Lo que aprendí lo aprendí de mirar revistas, por internet y por deducción. Tengo mucha facilidad para desarrollar y para resolver. No me resultan complicados los procesos, entonces en base a mi experiencia, que me resultó, trato de compartir porque es piola tener una guía para empezar a desarrollarse en esto. El temor en cuanto a lo que es enseñar, pasa más por el tema de la competencia y a mí eso no me pasa. Cada uno a lo que hace le pone su impronta, su mirada, etc.
Muchos chicos se acercan, traen alguna figura para mostrar lo que hacen y yo les voy dando consejos o corrigiendo y está bueno.
El tema es que te guste y tengas capacidad, igual hay cuestiones básicas que tenés que saber como anatomía.. Necesitás mostrar o contar desde el cuerpo. Es algo rígido así que algo tenés que contar, si no le das dinamismo o no contás una historia desde la pose o la cara, por más linda o prolija que sea la figura no alcanza. Tiene que transmitir emoción.
¿Qué les aconsejás a los que sienten interés de crear estas figuras?
Hay que experimentar porque no hay un lugar donde se estudie esto específicamente. Es más, para muchos no es considerado un arte. Dicen que el arte es algo que te permite expresar algo más relacionado con lo social o lo humano y esto lo consideran más comercial.
Por eso lo mejor es nutrirse de la gente que hace esto. Es básico aprender a dibujar, cursos de escultura también y en cuestión de materiales sólo probar y practicar. Está bueno contactarse con la gente que hace esto en los foros, son un lugar con mucha información y de gran intercambio.
¿Cuál fue el personaje que más disfrutaste hacer?
Un busto de un demonio que hice para Pegaso.
¿Que te gustaría hacer más adelante?
En la medida de lo posible hacer cosas mías, poder aportar a personajes existentes algo personal mío. Dentro de lo que se me permite lo hago, tomar un personaje que ya existe y darle tu visión, aportar desde la escena de la acción, la pose, etc. es un valor agregado importante. Con la gente de Sideshow podemos hacerlo mientras no nos vayamos de las exigencias de la licencia, hacer personajes con algunas variantes por ejemplo. Algún día me dedicaré a hacer sólo lo que me guste, mientras tanto disfruto lo que hago hoy.
Sus personajes preferidos son Batman, El lobo, Spiderman, Depredador, Aliens.
De chico no tenía tanto acceso al comic. Recuerda al Hombre araña y a Hulk. Tenía los muñecos de Star Wars pero se hacía la película solo, ya que recién la vio por primera vez después de los trece años. Es papá de Vittorio de cinco años y esposo de una artista plástica llamada Mariana Domínguez.
Lo que más le gusta de su trabajo es poder hacerlo todos los días. Cuando trabaja en una figura piensa qué le gustaría ver a él para decidirse a comprarla.
Su página http://www.goregoregore.com/ es una buena muestra de su experiencia, sus gustos y su dedicación por enseñar y compartir lo que más sabe.
Para revista BK. Mayo 2007.